LIZETH DAYANA ZAPATA GUTIERREZ

soy una educadora normalista pedagógica comprometida con el crecimiento integral de los niños, enfocado en el desarrollo de sus habilidades cognitivas, emocionales y sociales. Poseo una sólida formación académica y una pasión innata por la enseñanza, respaldada por experiencias prácticas que han enriquecido mi comprensión de los procesos educativos. 

Soy una profesional graduada como Normalista Superior con un título tecnológico en  educación. A pesar de no tener experiencia previa en el campo, poseo una sólida formación académica y un firme compromiso con el aprendizaje continuo y el crecimiento profesional.

Durante mi formación como Normalista Superior, adquirí habilidades pedagógicas sólidas y un profundo conocimiento en áreas clave de la educación, como la didáctica, la psicología educativa y el diseño de planes de estudio. Mi enfoque en la aplicación práctica de los métodos de enseñanza y la adaptación a las necesidades individuales de los estudiantes me ha preparado para enfrentar los desafíos del aula de manera efectiva.

Además, mi título tecnológico en  educación me ha proporcionado una base sólida en aspectos técnicos y tecnológicos relevantes para el campo educativo. Aunque aún no he tenido la oportunidad de aplicar directamente mis conocimientos en un entorno laboral, estoy entusiasmada por explorar nuevas oportunidades y aprender de manera activa en el campo.

Mi falta de experiencia laboral no es un obstáculo, sino una oportunidad para demostrar mi capacidad de adaptación, mi voluntad de aprender y mi pasión por la educación. Estoy dispuesta a enfrentar nuevos desafíos y a trabajar arduamente para desarrollar las habilidades y competencias necesarias para tener éxito en mi carrera profesional.

Estoy comprometida con el crecimiento profesional continuo y estoy abierta a recibir orientación y capacitación adicional para fortalecer mis habilidades y mejorar mi desempeño en el campo educativo. 

al tener la teoría y pasarla a practica en las zonas rurales y urbanas:  El impacto del docente en el ambiente escolar va más allá de la mera transmisión de conocimientos. Es un proceso profundo que moldea la atmósfera educativa y deja una huella duradera en los estudiantes. A medida que nos sumergimos en esta experiencia, nos encontramos confrontados con la complejidad de este rol y su influencia en el entorno escolar. Nos vemos desafiados a reflexionar sobre nuestras prácticas educativas y a buscar constantemente formas de mejorar y crecer como educadores.

La adaptación y la resistencia se revelan como habilidades esenciales en este viaje. A pesar de los obstáculos que encontramos en nuestro camino, desde problemas de transporte hasta deficiencias en la infraestructura, nos enfrentamos a ellos con determinación y una actitud positiva. Esta capacidad de adaptación nos permite superar las adversidades y cumplir con nuestras responsabilidades con integridad y compromiso.

En el corazón de nuestra experiencia se encuentra la interacción con los estudiantes. En el aula, nos enfrentamos a una diversidad de desafíos, desde la atención de estudiantes difíciles hasta la adaptación a diferentes niveles de compromiso y responsabilidad. Sin embargo, a medida que avanzamos en nuestro proceso, establecemos conexiones significativas con los estudiantes. Estas relaciones van más allá de la enseñanza y el aprendizaje; se construyen sobre la confianza, el respeto y el cariño mutuo.

Este proceso de formación se revela como una oportunidad única para crecer tanto profesional como personalmente. A través de nuestras interacciones con los estudiantes y la superación de desafíos, adquirimos nuevas habilidades y entendemos más profundamente la importancia de nuestra vocación como educadores. Experimentamos un sentido de satisfacción y realización en nuestro trabajo que va más allá de los logros académicos.

Finalmente, este viaje nos enseña la importancia de la reflexión y el aprendizaje continuo. Cada experiencia, ya sea positiva o negativa, nos brinda lecciones valiosas que nos ayudan a crecer y mejorar como educadores. Reconocemos que nuestro proceso de formación es una etapa de aprendizaje constante, donde cada día nos desafía a ser mejores y nos invita a explorar nuevas formas de enriquecer la experiencia educativa para nuestros estudiantes.