Inteligencia artificial cambiará todo, o casi todo

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julio 8, 2020 4:43 pm

Por: Luis Eduardo Forero Medina

Hace 70 años Alan Turing (1912-1954) fue el primero en plantear si las máquinas podían “pensar” y en 1956 John McCarthy (1927-2011) acuñó la expresión “inteligencia artificial” (IA) que por mucho tiempo fue considerada como una utopía, ficción o exageración, por lo que sólo hasta el 2018 se celebró la primera Cumbre Mundial de IA para el bien, y el año pasado la OCDE (La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ) adoptó sus Principios sobre Inteligencia Artificial, el primer conjunto de normas internacionales decidido por gobiernos sobre la administración responsable de la IA fiable.

En febrero de este año se expidió una resolución ética sobre la IA que promete revolucionar el mundo de los negocios y las sociedades y ayudarán a mejorar los medios de vida en todo el planeta, como lo tiene previsto la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).

La inteligencia artificial, considerada con la ecología uno de los mejores negocios, da pie para dudar, si por ejemplo esta nota fue escrita por una persona o a través del uso de algoritmos, bots o incluso robots con apariencia de humanos; “máquinas y sistemas que, desde la perspectiva de los seres humanos con los que interactúan, son capaces de pensar, razonar y aprender”, como define la Universidad Sergio Arboleda a la IA.

Cada vez son más las empresas que acuden a la IA; Siri, el asistente virtual de Apple, facilitando las comunicaciones; Amazon, efectuando recomendaciones al usuario, basadas en datos y preferencias del comprador; Alexa, el servicio de voz ubicado en la nube de Amazon; Cortana, el Asistente de productividad personal de Microsoft que “ayuda a ahorrar tiempo y centrarte en lo más importante”; Google con las millones de búsquedas y ubicación; Facebook, Microsoft y Tesla, que a partir del análisis masivo de datos, ofrece experiencias personalizadas. Esto supone, que sin tener que mover un dedo, se puedan hacer llamadas, recordar tareas, enviar mensajes o que se los lean cuando se conduce al volante y sugerir rutas despejadas para llegar a su destino. Los países y en particular cada sector económico hallan innumerables beneficios de la IA: Japón, cuenta con aplicaciones para la economía del cuidado; en Chicago y Barcelona en los postes de luz hay sensores que miden y comparten datos ambientales o de contaminación; en Mississauga ( Canadá) funcionan aparatos de GPS que rastrean y dan en tiempo real actualizaciones de la situación del tránsito; en Ámsterdam y Seúl, medidores inteligentes que monitorean el consumo de energía; en Reino Unido, sensores que detectan el volumen de basura en los contenedores callejeros y Argentina posee una máquina que predice la solución de un caso judicial en dos minutos.

En la educación, valorando la capacidad de aprendizaje de los estudiantes y ayudando a ampliar la confianza para dominar las asignaturas. En el área de la salud, la IA sirve entre otras cosas para reducir la sobrecarga de trabajo del personal; predice enfermedades, verifica a través de un brazalete si los signos vitales de una persona de la tercera edad se alteran; en el diseño de tratamientos personalizados o predicción de ataques cardiacos; ofrecer asistencia humanitaria basada en un movimiento en tiempo real de personas, e incluso para mejorar la seguridad alimentaria y reducir los desperdicios. En la agricultura, permite supervisar la calidad de la cosecha y el suelo; constata patrones meteorológicos, producción y áreas cultivables para saber cuándo sembrar; identifica y diferencia brotes de maleza, para separarla y rociarla con herbicidas e incrementa la productividad. En la ganadería, las vacas son monitoreadas con un chip desde que nacen hasta que llegan en filetes a las góndolas de los supermercados. En el mundo laboral, los robots industriales que tienen “el potencial de modificar los procesos productivos en todo el mundo”, según la OIT; que calcula que, a finales de 2015, 1,6 millones de robots eran utilizados en empresas de todo el mundo, ubicados en gran parte en los países desarrollados. El análisis de millones de artículos, resumiendo la información en segundos, constituyéndose en un valor agregado para abogados y funcionarios públicos. En el sector financiero, para detectar fraudes o estudiar créditos. En marketing y publicidad, automatizando el comercio e identificando información sobre el comportamiento de consumidores. En la movilidad, los vehículos autónomos. En la construcción, los “edificios inteligentes” se imponen en el mercado inmobiliario. Igualmente, la IA “puede acelerar rápidamente el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas”.

Ahora bien, la IA también conlleva problemas que van desde la privacidad y confianza, hasta las armas autónomas y la manipulación social; cuestionamientos acerca de si la AI es ¿una oportunidad o una amenaza para el mercado laboral?; agravaría las desigualdades al automatizar tareas rutinarias y afectar al empleo; la brecha digital entre países ricos y pobres; robos de dinero e identidad; nuevos peligros para la paz y la seguridad internacionales y dudas “sobre si las máquinas logren alguna vez imitar la compasión humana”, señaló la Dra. Margaret Chan, ex Directora General de la Organización Mundial de la Salud. Como en esta década la IA generalizará las capacidades de sus sistemas, la OCDE contempla el desarrollo del Observatorio de Políticas de IA.
@luforero4