Una mirada a Macondo

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La visión del país desde la obra de Gabriel García Márquez

Por: LUIS EDUARDO FORERO MEDINA | Septiembre 25, 2014

Su situación laboral

LA HOJARASCA

En los tiempos de los antepasados de Macondo había trabajo “para todo el mundo” en la hojarasca. No se había fundado la entidad encargada de ajustar las cifras de desempleo. El único médico tuvo empleo hasta que llegó la Compañía bananera, que lo discriminó, al punto que “Los médicos de la compañía no se conformaron con privarlo de hecho de sus medios de vida, sino que en 1907, cuando ya no había en Macondo un paciente que se acordara de él y cuando él mismo había desistido esperarlo, alguno de los médicos de las bananeras sugirió a la alcaldía que exigiera a todos los profesionales el registro de sus títulos”

Después de explotar inclementemente a la clase obrera, .., se había ido de Macondo con los desperdicios de los desperdicios que nos había traído. Y con ellos se había ido la hojarasca, los últimos rastros de lo que fue el próspero Macondo de 1915” Fue como empezar de cero.

LA MALA HORA

La Rama Judicial en tiempos de “La Mala Hora”, estuvo enteramente a cargo del juez Vitela que mataron, y del juez Arcadio, que atiborrado de expedientes se limitaba a examinarlos “ superficialmente” concluyendo siempre que “…no había nada que le llamara la atención”. Para el togado “No debían existir los lunes”. Cuando debía atender a los que le suplicaban justicia contestaba con el consabido <>. Tras la puerta cerrada su secretario (que iba a trabajar en pantuflas) sentado frente a la maquina, le preguntaba al juez “¿Y ahora qué hacemos?-.. Nada” contestaba “(el juez Arcadio).” Entonces, el secretario se iba .” a buscar a María para ayudar a pelar las gallinas.”, hasta cuando el juez le notificó en estrados que <<Esta es una oficina para administrar justicia y no para pelar galiinas”.

El juez siempre se escapaba de su despacho, nadie sabía dónde se metía, hasta un día que el alcalde “..lo mandó a buscar en el salón de baile (donde estaba) en el cuarto de tres mujeres clandestinas conocidas de todo el mundo”

Como eran los comienzos, la gente “ni siquiera sabe cómo se llama”, por lo que se creó el cargo de “registrador del estado civil”, quien después de un año de nombrado no se posesionaba, y cuando lo iba a hacer, el alcalde hizo “ una llamada a larga distancia para preguntar cómo debía recibirlo, y le habían contestado; En esta época premacondiana empezó a germinarse la corrupción. Sucedió que tras un tiempo de fuertes lluvias “debido a las inundaciones, la gente del barrio bajo transportó sus casas a los terrenos bajos del cementerio”, que eran de propiedad del alcalde, a quienes sus asesores le aconsejaron nombrar un perito.
Sus asesores le susurraban al oído al alcalde: “,…la posición suya sería más limpia si interviniera un personero en el negocio, dada la causalidad de que usted es el dueño de los terrenos en litigio.”

Como el personero lo elegía el concejo, pero como Macondo estaba en estado de sitio, le correspondía al alcalde, y seguramente con el perito hicieron de las suyas

LOS FUNERALES DE LA MAMA GRANDE

Los habitantes de la época de la Mama Grande se contagiaron del cáncer de la corrupción. Uno de sus habitantes, la maestra de escuela que había trabajado durante 18 años “pensó en la jubilación y consideró que el hijo ya tenía capacidad suficiente para gestionarla. El colaboró de manera eficaz en la preparación de los documentos, y hasta tuvo el tacto necesario para convencer al párroco de que alterara en seis años la partida de bautismo de su madre, que aún no tenía edad para la jubilación.” El autorizado para tramitar la pensión de su madre tenía “.. una idea rudimentaria de la palabra “jubilación”, que él interpretaba en bruto como una determinada cantidad de dinero que debía entregarle el gobierno para poner una cría de cerdos.”. En su emoción , “había olvidado en el tren los documentos de la jubilación”, que sin embargo no le habrían ayudado mucho porque los trámites duraban más de medio siglo, A los funerales de la Mama Grande acudieron varios solicitantes “, para solicitar del presidente de la república el pago de las pensiones de guerra que esperaban desde hace sesenta años..”

En estos tiempos, durante la jornada laboral las oficinas públicas se cerraban al público durante cinco horas diarias “ desde la once y no volvían a abrirse un poco antes de las cuatro”

Sin embargo, también personas como la viuda de Montiel se oponía a que los trabajadores descansaran tanto. “si Dios no hubiera descansado el domingo, decía, habría tenido tiempo de terminar el mundo. Ha debido aprovechar ese día para que no le quedaran tantas cosas mal hechas–. Al fin y al cabo le quedaba toda la eternidad para descansar”

El sistema de salud se caracteriza por el monopolio. El único médico, lauredado en Montepellier, procuraba aliviar a sus pacientes con “cataplasmas de mostaza y calcetines de lana” . Este médico era “ contrario por convicción filosófica a los progresos de su ciencia, a quien la Mama Grande había concedido la prebenda de que se impidiera en Macondo el establecimiento de otros médicos.”

Sin embargo adelantándose a su primitiva época, innovó con la aplicación de la telemedicina ateniendo “a sus pacientes sin visitarlos, por medio de suposiciones, correveidiles y recados.”